jueves, 26 de marzo de 2009

La sinfonía que no fue

Traduzco libremente de las memorias de Héctor Berlioz.

Hace dos años, en un momento en el que el estado de salud de mi mujer me acarreaba muchos gastos, a pesar de una cierta esperanza; soñé una noche que estaba componiendo una gran sinfonía y la escuchaba en el sueño. Al despertarme la siguiente mañana, podía recordar la totalidad del primer movimiento, que era un allegro en La menor en 2/4. Fui corriendo a mi escritorio para empezar a anotarlo, cuando súbitamente pensé, "si lo hago, tendré que componer el resto. Mis ideas musicales tienden a la expansión, por lo que esta sinfonía puede terminar siendo de gran escala. Tal vez me tome tres a cuatro meses de trabajo como mínimo, me tomó siete meses es cribir Romeo y Julieta; tiempo durante el cual no escribiré artículos, o muy pocos, por lo que mi ingreso disminuirá significativamente. Cuando termine de escribir esta sinfonía estaré lo suficientemente débil como para ser persuadido por el copista de que lo copie él y no yo, lo que me pondrá en una deuda de mil a mil doscientos francos en forma inmediata. Una vez que existan las partes, seré invadido por la tentación de escuchar la sinfonía interpretada. Daré un concierto, cuyas entradas vendidas apenas cubrirán la mitad de los costos, lo que parece inevitable por estos días. Habré perdido lo que no tengo y estaré endeudado sin poder costear la curación de la inválida, ni mis costos personales ni pagar el pasaje de barco que mi hijo me reclama para su pronto viaje." Estos pensamientos me hicieron titubear y tiré al suelo mi pluma, pensando "Qué importa! Si para mañana ya habré olvidado esta sinfonía !". Esa misma noche la sinfonía apareció de vuelta en forma obstinada volvió a sonar en mi cabeza. Escuché nuevamente el allegro en La menor de forma muy nítida. Incluso me pareció verlo ya escrito. Desperté en un estado de excitación cuasi febril. Me canté el tema para mí mismo, su forma y su carácter me agradaban sobremanera. Pero en ese momento mis pensamientos anteriores volvieron y me retuvieron fuertemente. Me quedé quieto, resistiendo la tentación, aferrándome a la esperanza de que pronto olvidaría la música. Al final me quedé nuevamente dormido, y cuando desperté de vuelta todo recuerdo de la sinfonía había desaparecido para siempre.

Qué pena, no ? Al final nos perdimos una excelente sinfonía por problemas económicos.
Cuántas cosas nos perdemos ?

3 comentarios:

Vanessa Alanís dijo...

che, cuidado con las traducciones libres. o, como decía el diario, traducciones no autorizadas.
viste lo que le pasó al profe de filosofía de la universidad de lanús?
lo van a procesar por subir traducciones propias a su blog para que estudiaran sus alumnos.

chale...

Vanessa Alanís dijo...

(volví porque ahora sí lo leí el post)

podría titularse: La sinfonía efímera de Berlioz.

una oda a la pira funeraria.

goolian dijo...

Corro el riesgo de la traducción, pero aminoro el riesgo del copyright.
Lo saqué del último libro del neurólogo Oliver Sacks, "Musicophilia".