lunes, 21 de julio de 2008

Suite de suites

Las seis suites de Bach para violoncello solo. Otro cosmos minimal que se despliega de a poco.
Hace mucho leí en una revista de música un reportaje al chelista Mischa Maisky que contaba que su hermano mayor le regaló la partitura de las suites y le djo que tenía toda la vida para aprender a tocarlas.
Para la época las suites son revolucionarias. El cello era un instrumento poco usado fuera de Italia como instrumento solista y la suite instrumental de danzas era patrimonio exclusivo de la viola da gamba en países como Francia y Alemania. Uno de los músicos a los que Bach más estudió, Buxtehude, escribió varias sonatas para violín y viola da gamba y no para violín y cello.
Las suites para cello poseen una forma prestada de la literatura de otro instrumento que ya empezaba a ser crepuscular y alumbran magistralmente el amanecer del violoncello.
Algunos violagambistas sin embargo han reclamado las suites para sí y las tocan transcriptas con un resultado distinto pero muy satisfactorio.

En la época una suite de danzas muy comúnmente podía tener seis movimientos; un preludio, una alemande seguida de una courante; luego una melancólica sarabande, un menuet o gavotte y por último una veloz gigue.
Pero Bach compuso seis suites de sies movimientos cada una. Para una persona tan de su época; obsesionada con toda clase de simbolismos, como Bach, eso nos debería llamar la atención.
A lo mejor la idea del autor es que las seis suites en conjunto sean a su vez una mega suite, donde la primera oficia de preludio, la segunda de alemande y así.
Cabría realizar el análisis, yo no lo hice; de ver si cada suite se corresponde en carácter con el habitual de cada movimiento.
Vaya pues, el preludio del preludio en versión de Mischa Maisky.

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